martes, 23 de diciembre de 2008

La pobreza funcional en Argentina

Un mundo que se cierra

Durao Barroso alertó sobre las medidas proteccionistas que se están tomando en varios países, que cierran sus fronteras al movimiento de personas y bienes. Quien haya leído un poco sobre la historia mundial del siglo XX, sabe qué ocurrió en los años treinta: se cerraron los mercados, se impusieron medidas proteccionistas, se aceleró el estatismo y el intervencionismo, empezaron a caer las democracias en Europa y, finalmente, se desembocó en la guerra mundial. Cuando los estados concentran más y más poder, sin que se lo limite constitucionalmente y se restringen las libertades individuales, se fortalecen las tendencias autoritarias y belicistas. Porque el ascenso al poder de persoanajes siniestros como Hitler, Mussolini, los régimenes ultraderechistas y el fortalecimiento de Stalin en la Unión Soviética no fueron hechos casuales. Un mundo en paz es un mundo abierto, dinámico, interrelacionado. Espero que los países europeos hayan aprendido la lección de los años treinta, para no repetir errores, que tanto dolor le causaron a la humanidad.
Ricardo López Göttig

martes, 26 de agosto de 2008

Los manipuladores de la moneda

Se ha instalado profundamente la idea de que asistimos a una etapa de "inflación mundial". El alza en los precios del petróleo y de algunos alimentos, impulsan fuertemente esta teoría. Hasta la justifican con algún grado de pretendida solvencia.

Se suele definir a la inflación como el aumento generalizado de precios. Aceptando esa interpretación, significaría que el incremento en los precios relativos de algunas mercancías ( combustibles y alimentos ) no debería ser suficiente, para atribuir a estas subas la reaparición de un fenómeno que parecía ya superado en la década pasada.

Se podría inferir que la importancia y peso específico de los alimentos en la canasta básica impactan más que cualquier otro bien. Los combustibles hacen lo propio al ser uno de los determinantes directos o indirectos del costo de casi cualquier mercancía.
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lunes, 11 de agosto de 2008

La caída de los aviones

La caída de un avión tiene inmediata y tremenda repercusión pública. Recuerdo la impresión por el accidente, me cuesta mucho decir accidente, del avión de LAPA en Buenos Aires, o el otro de TAM, en San Pablo en 2007. Podrían citarse innumerables. La tragedia de los Andes es sin duda el más impactante.

La caída de una empresa de aeronavegación produce sensaciones parecidas. Desde luego que no puede compararse la pérdida irrecuperable de vidas con la de bienes o puestos de trabajo, pero el cierre de una empresa de la envergadura de una línea aérea deja una marca profunda en la sociedad.

Aerolíneas Argentinas suscita entre los argentinos esa sensación de pérdida irreparable que debe ser evitada a toda costa. Una empresa que acumula pérdidas por U$s900 millones evidentemente funciona mal. Que las causas de ese mal funcionamiento radiquen en la escasa adaptibiidad de la empresa producto de la existencia de siete gremios, cada uno con sus justos reclamos, precios del combustible en alza, creciente competencia, mercados regulados y cerrados, tarifas artificiales es importante para quienes deben gerenciar la compañía, pero lo es en un sentido muy diferente para quienes ejercen el gobierno de los intereses públicos.

Existe una creciente opinión que apoya y exige que el estado argentino se haga cargo de la compañía. Pues la Argentina no debe carecer de una línea de bandera. No se muy bien de que se trata que haya una línea de bandera. Para los pasajeros se trata apenas de volar, de partir a horario, y llegar a horario. De tener las adecuadas condiciones de seguridad, precios accesibles y un servicio de a bordo confortable que brinde una experiencia grata. Cualquiera de estas cosas pueden ser provistas y contratadas en cualquier compañía, independientemente del origen de sus capitales. Lufthansa, Air France, British, Swissair, KLM, Malassian, Pluna, LAN, las hay infinitas. ¿Cuál es la necesidad de la existencia de AA? Ninguna.

Personalmente me encantaría que existiera una AA sana, potente que llegue a la mayor cantidad de destinos posibles, que sirviera de embajada, difusión de marca país, ejemplo de cordialidad y eficiencia. Pero nada de esto es cosa que no pueda proveer un empresario privado. Argentino, de mi preferencia, pero que se haga cargo de sus aciertos y de sus errores. Y eso significa que deberá invertir, y prestar satisfacción a los pasajeros, pues si así no lo hiciere sería condenado con la desaparición, simplemente los pasajeros eligirían volar por otra compañía.

Pero no, la desaparición de la empresa no está entre las alternativas. Se acepta alegremente que el estado nacional se haga cargo de su operación, pero también de su deuda. ¿Por qué habrían de ser los ciudadanos argentinos que no vuelan los que paguen mediante sus impuestos el rescate de los desaciertos o desfalcos de otros? ¿Por qué habrían de pagar los que no vuelan la diferencia entre lo que el pasaje debería costar y lo que cuesta? ¿Por qué deberían ser los niños del interior del Chaco, de Salta, de La Quiaca, los que no tengan escuelas, y vivan entre vinchucas y sin futuro pues el dinero del erario público se usó para rescatar la "linea de bandera" en lugar de haber sido usado para rescatar del olvido a esos postergados de siempre?

Por mí, que se caiga Aerolíneas. ¿Que las fuentes de trabajo? Que se busquen un trabajo! Creo que sería muy saludable para los empleados de Aerolíneas comprender que si no hacen lo necesario, si no cuidan al pasajero, la empresa fracasa y cierra y el empleo desaparece.

Sacrílego? Cuando la desregulación del mercado norteamericano se llevó puestas a Braniff, Pan Am, Eastern alguien puede haber pensado que era un desastre, que los pasajeros iban a quedar varados. Bien, nada de eso sucedió. Otras empresas, que significa otros actores, otras relaciones aparecieron y ocuparon el nicho comercial que habían dejado las empresas desaparecidas. Los puestos de trabajo se crearon nuevamente, las condiciones laborales, contractuales, los compromisos recíprocos habían cambiado, adecuándose a las exigencias de la competencia y de las preferencias de los pasajeros. Todo el sistema se había tornado más eficiente, mayor cantidad de personas viajan actualmente a menores precios, con servicios más confortables, y condiciones de seguridad mucho más confiables. El índice de accidentes aéreos cayó en picada.

El salvataje de AA es un error conceptual y una carga absurda para la sociedad. La desregulación del mercado de aeronavegación y aeropuertario permitiría por el contrario que cualquier empresa ofreciera el servicio que considerare sustentable. Podrían aparecer vuelos entre Lima y Salta, entre Asunción y Córdoba, o entre Rosario y París. Pero podrían aparecer también vuelos entre Chivilcoy y Gualeguachú, o entre Neuquén y Rio Cuarto. Cualquier alternativa sería posible. Pequeños aviones, pequeños aeródromos podrían albergar pequeñas compañías que satisficieren las necesidades específicas del transporte de carga y personas, entre localidades que hoy están prácticamente aisladas.

¿Qué surgirían problemas producto del incremento del tráfico aéreo? Naturalmente, y serían fuentes de trabajo para quienes estuvieran en condiciones de resolverlos. Y serían fuentes de trabajo para pilotos, despachantes, aeromozas, controladores, mecánicos, electrónicos, estibadores, inimaginables puestos de trabajo.

Pero cualquier tentativa en este sentido es abortada inmediatamente en nombre de qué?, de la defensa de los puestos de trabajo.

Será de los puestos de los sindicalistas que verían su propia inutilidad dejarlos afuera del negocio. Será de los políticos que quedarían fuera de la transa de la regulación, el otorgamiento de privilegios, el mantenimiento de los monopolios.

Pero sin ninguna duda no podría argumentarse que sería en defensa de los que lo único que ven volar son las chapas de los techos de sus casas y escuelas en el interior olvidado.
Ruy Gonzalo Martínez Allende

Hood Robin

El titulo de la nota NO es un error involuntario. Pasa que los gobiernos pretenden ser la versión moderna de Robin Hood, pero invariablemente terminan siendo Hood Robin. Para la sabiduría popular, este mítico personaje, robaba a los ricos para distribuir su botín entre los pobres. Los gobiernos, recitan esta moral, pero concluyen haciendo exactamente lo contrario. Les sacan a los pobres para darle a los que más tienen.

sábado, 24 de mayo de 2008

The Link Between Freedom & Prosperity

If there's one thing the American experiment proves, it's the power of freedom to transform lives. If you let people control their own destinies, there's no limit to what they can achieve. But if you bind them with the straitjacket of central planning, smother their creativity with over-regulation, fence them in with high tariffs and take their hard-earned money with high taxes, you kill their dreams even as you wreck an economy.

That's the central lesson of the "2008 Index of Economic Freedom," just released by The Heritage Foundation and The Wall Street Journal. A country-by-country survey of how free people are worldwide to direct their own economic fortunes, the Index repeatedly demonstrates the vital link between freedom and prosperity. Simply put, the freer people are, the more an economy grows -- and the more everyone benefits.

Take something as basic as income. In the world's most restricted economies, rated as "repressed" and "mostly unfree" by the Index editors, average income hovers around $4,000 a year. But in a "moderately free" economy, it's three times as much: $12,830. If you're in a "mostly free" one, you can double even that amount: $26,630 annually. And in a "free" economy? $33,579 -- more than eight times the money you'd earn in an unfree economy. Turns out you can put a price on economic liberty.

So which country has the freest economy? It may surprise you to learn that it's not the United States. In fact, the U.S. isn't even in the top three. We come in at No. 5 -- a bit disappointing, perhaps, but not bad when you notice that the Index editors graded more than 150 nations. Hong Kong took the top spot for the 14th year in a row, followed by Singapore, Ireland and Australia. New Zealand (6th) and Canada (7th) are the only other countries rated "free," which means they average 80 percent or better on the Index scale of 0-100.
Now, what exactly do we mean when we say that an economy is "free"? Every country is different, of course, with various strengths and weaknesses, but it generally means several things. It means that taxes and inflation are low. It means that the government doesn't spend too much or control the banks. It means property rights are protected, businesses are easy to start, and the court system -- which is largely free from corruption -- enforces contracts. It means tariffs are low, foreign investment is welcomed, and regulations are kept to a minimum.
The Index editors carefully study the data for each of these areas to assign a grade to each country. Small wonder that only seven make the cut as "free." Most of the world's economies fall in the "moderately free" (51) or "mostly unfree" (52) categories. The rest are divided up pretty evenly between "mostly free" (23) and "repressed" (24). Which means that most of the world's population isn't very free, economically speaking.

But don't despair. For one thing, although the level of overall economic freedom held fairly steady over the last year, the overall trend since the inaugural Index in 1995 has been up. Plus -- and here's the most hopeful part of the whole enterprise -- countries can, and many do, improve. The history of the Index is filled with success stories. Ireland is a prime example, as is Chile. Both nations have made clear-cut changes over the years -- changes that have given people more economic freedom and therefore helped their economies grow.
This connection between freedom and wealth is by no means new. In fact, the Index can be viewed as a new tool to prove an old truth. As the editors note in the introduction to the 2008 Index: "Economic theory dating back to the publication of Adam Smith's The Wealth of Nations in 1776 emphasizes the lesson that basic institutions that protect the liberty of individuals to pursue their own economic interests result in greater prosperity for the larger society."
Economic freedom is about more than just the bottom line. When you give people the liberty they crave, you do more than boost an economy -- you make it possible for men and women to improve their lives. In the words of the Declaration of Independence, they're free to engage in "the pursuit of happiness." And as the Index proves, it's a virtuous cycle that leaves everyone better off than they were before.

viernes, 9 de mayo de 2008

Ya les va a llegar...

"El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria. "
Constitución de la Nación Argentina, artículo 29