sábado, 24 de mayo de 2008

The Link Between Freedom & Prosperity

If there's one thing the American experiment proves, it's the power of freedom to transform lives. If you let people control their own destinies, there's no limit to what they can achieve. But if you bind them with the straitjacket of central planning, smother their creativity with over-regulation, fence them in with high tariffs and take their hard-earned money with high taxes, you kill their dreams even as you wreck an economy.

That's the central lesson of the "2008 Index of Economic Freedom," just released by The Heritage Foundation and The Wall Street Journal. A country-by-country survey of how free people are worldwide to direct their own economic fortunes, the Index repeatedly demonstrates the vital link between freedom and prosperity. Simply put, the freer people are, the more an economy grows -- and the more everyone benefits.

Take something as basic as income. In the world's most restricted economies, rated as "repressed" and "mostly unfree" by the Index editors, average income hovers around $4,000 a year. But in a "moderately free" economy, it's three times as much: $12,830. If you're in a "mostly free" one, you can double even that amount: $26,630 annually. And in a "free" economy? $33,579 -- more than eight times the money you'd earn in an unfree economy. Turns out you can put a price on economic liberty.

So which country has the freest economy? It may surprise you to learn that it's not the United States. In fact, the U.S. isn't even in the top three. We come in at No. 5 -- a bit disappointing, perhaps, but not bad when you notice that the Index editors graded more than 150 nations. Hong Kong took the top spot for the 14th year in a row, followed by Singapore, Ireland and Australia. New Zealand (6th) and Canada (7th) are the only other countries rated "free," which means they average 80 percent or better on the Index scale of 0-100.
Now, what exactly do we mean when we say that an economy is "free"? Every country is different, of course, with various strengths and weaknesses, but it generally means several things. It means that taxes and inflation are low. It means that the government doesn't spend too much or control the banks. It means property rights are protected, businesses are easy to start, and the court system -- which is largely free from corruption -- enforces contracts. It means tariffs are low, foreign investment is welcomed, and regulations are kept to a minimum.
The Index editors carefully study the data for each of these areas to assign a grade to each country. Small wonder that only seven make the cut as "free." Most of the world's economies fall in the "moderately free" (51) or "mostly unfree" (52) categories. The rest are divided up pretty evenly between "mostly free" (23) and "repressed" (24). Which means that most of the world's population isn't very free, economically speaking.

But don't despair. For one thing, although the level of overall economic freedom held fairly steady over the last year, the overall trend since the inaugural Index in 1995 has been up. Plus -- and here's the most hopeful part of the whole enterprise -- countries can, and many do, improve. The history of the Index is filled with success stories. Ireland is a prime example, as is Chile. Both nations have made clear-cut changes over the years -- changes that have given people more economic freedom and therefore helped their economies grow.
This connection between freedom and wealth is by no means new. In fact, the Index can be viewed as a new tool to prove an old truth. As the editors note in the introduction to the 2008 Index: "Economic theory dating back to the publication of Adam Smith's The Wealth of Nations in 1776 emphasizes the lesson that basic institutions that protect the liberty of individuals to pursue their own economic interests result in greater prosperity for the larger society."
Economic freedom is about more than just the bottom line. When you give people the liberty they crave, you do more than boost an economy -- you make it possible for men and women to improve their lives. In the words of the Declaration of Independence, they're free to engage in "the pursuit of happiness." And as the Index proves, it's a virtuous cycle that leaves everyone better off than they were before.

viernes, 9 de mayo de 2008

Ya les va a llegar...

"El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria. "
Constitución de la Nación Argentina, artículo 29

martes, 29 de abril de 2008

Lo que subyace al progresismo

En su pelea con el Campo, el gobierno ha recurrido entre otras cosas a las viejas (ya obsoletas) ideas de redistribución del ingreso, justicia socilal y otros fetiches por el estilo.
Como explica Ignacio Massun en su libro "Las Ideologías en el siglo XXI", el progresismo hunde sus raíces en la lógica marxista.
Cuando los partidos comunistas pro-soviéticos comenzaron a buscar aliados tácticos en todos los que desde distintas vertientes podían serles útiles a su causa comenzaron a hablar de “fuerzas progresistas”. Así se fue extendiendo esa palabra para referirse, desde el marxismo ortodoxo, a quienes sin serlo, contribuían al progreso de la “causa” del socialismo en el mundo.
La palabra con el tiempo fue asumida por muchas personas que sin ser, o sin atreverse a confesar su identificación con el marxismo, deseaban una sociedad que no fuera regulada por las leyes del marcado capitalista. Hoy, dentro de la palabra “progresismo” podemos ubicar desde marxistas ortodoxos que por diversas razones no desean confesarse como tales, hasta personas que simplemente desean que las personas mas pobres puedan vivir mejor. Podríamos llamar entonces “progresistas”, también a los socialdemócratas tradicionales y quizás hasta algunos liberales con preocupación social. Sin embargo, el verdadero progresismo siempre hunde sus raíces en la lógica marxista.

lunes, 7 de abril de 2008

Constitución, impuestos y "modelo de país"

Cada vez que se discute sobre los impuestos en general, y sobre retenciones a la exportación en particular, es común escuchar el argumento oficialiesta de que “la Señora Presidente está planteando un nuevo modelo de país, donde uno de los ejes centrales está en la redistribución de la riqueza”.

La “redistribución de la riqueza” no debe hacerla el Estado (excepto en una mínima proporción), debemos hacerla los ciudadanos que la producimos. Esto es lo que corresponde, y es también lo mas beneficioso para el desarrollo del país. Obviando lo que sucede cuando un funcionario tiene mucha plata ajena para distribuir, aún con buenísimas intenciones el Estado siempre redistribuye de una forma mucho más ineficiente que los privados. Esto es pobreza a futuro.
Igualmente, y aceptando por un momento que esta fuera la idea (la redistribución), debería hacerse mediante el Impuesto a las Ganancias, ya que es la forma más inteligente de hacer contribuir a los ciudadanos. Mediante retenciones se subsidia a toda la población (sin diferenciar ricos de pobres) y se castiga a los productores más pequeños y marginales. Si quedan dudas, solo hay que mirar lo que hacen países exitosos, ninguno aplica este tipo de impuestos (retenciones), ¿estarán todos equivocados?, o será que los argentinos sabemos mucho de economía…

No creo que debamos discutir el modelo de País, y menos aún que a la Sra. Cristina K le corresponda imponer el “nuevo modelo” a través de un impuesto fijado por un ministro. Este “modelo de país” está bien discutido y claramente expresado, se llama Constitución Nacional y debemos respetarlo, ya que incluye los acuerdos más básicos que debemos considerar todas las personas para llevar adelante nuestra vida en sociedad.

Si nos remitimos a nuestra Constitución Nacional (modelo de país), vemos claramente que los impuestos a las exportaciones son violatorios de la misma. Lo son doblemente; primero por la violación al derecho de propiedad claramente garantizado en la Constitución, dado el monto altísimo sustraído al que produce la riqueza (el dueño de la cosa, el que tiene derecho a usar y gozar de ella como le de la gana y con el sólo límite de no perjudicar a otro). Segundo, por la forma en la que se ha fijado esta imposición, que no ha sido aprobada por el congreso (o sea por los representantes del pueblo argentino), lo que es requerido expresamente por la Constitución.

Propongo que en lugar de discutir el “modelo de país” que ya está acordado, discutamos el modelo de gobierno, poniendo énfasis en los conceptos de Representación, República y Federalismo, todos ellos claramente definidos en nuestra Constitución Nacional, y a los que solo resta observar (y respetar) con acciones inteligentes, honestas y transparentes por parte del gobierno.

martes, 25 de marzo de 2008

Los impuestos a las exportaciones agropecuarias, y sus implicancias

Argentina es un país ‘corto-placista’, y este tipo de impuestos es uno de los que atentan contra el agregado de valor a la producción primaria que se observa en muchos de nuestros países competidores. Ninguno de los principales competidores aplica impuestos a las exportaciones agropecuarias; ni los que subsidian (como la Unión Europea, EE.UU. o Canadá), ni los que no lo hacen (como Brasil, Australia, Chile y Nueva Zelanda)”. Si los países competidores, desarrollados o en desarrollo, no gravan la producción agropecuaria con impuestos a las exportaciones, ¿estarán todos equivocados?, o ¿habrán intentado generar sus recursos fiscales con otros impuestos menos distorsivos y con menor impacto en el crecimiento y en la distribución regional del ingreso?

lunes, 24 de marzo de 2008

Paparulo

El que ocupa formalmente el cargo de "ministro" de economía, Martín Lousteau, a descubierto que a la gente no le gusta pagar impuestos: "Para defender su posición el funcionario comparó al situación del campo en nuestro país con la economía más grande del continente: "Los productores argentinos ganan un 15% más de lo que se gana en Brasil por el modelo de tipo cambio competitivo. En Brasil el tipo de cambio es 1,75 y acá es 3,16", respecto al dólar. "El Gobierno utiliza $4.000 millones para sostener el tipo de cambio", puntualizó". O sea, Martincho cree que es una cuestión de valor nominal, no de poder adquisitivo de la moneda. Para él, que un dólar valga unos cien yen en Japón, lo hace un país más "competitivo" que Argentina... ¡Hasta que un dólar no valga cien pesos, no paramos!Dice, además, que no hay Plan B. ¡Equivocado! El Plan B es que Martín Lousteau, paparulo diplomado, renuncie y deje su lugar a alguien que sepa de economía. O que este gobierno se saque la careta, y deje en ese ministerio a los que realmente toman las decisiones: Néstor y Guillermo Moreno.

Ricardo López Göttig

lunes, 3 de marzo de 2008

Causas de la pobreza

La presidenta Cristina Kirchner, en otro acto de arrojo en el que demuestra su hormigón facial, ha echado la culpa de la pobreza a Europa: son los europeos los que nos quitaron los recursos, por eso somos pobres. ¿Se llevaron los ferrocarriles, los puertos, los campos sembrados, el ganado, los telégrafos tendidos por los pueblos aborígenes? ¿O no será que las causas de la pobreza son internas, generadas por decisiones como las que toma Cristina, de ahuyentar la inversión, destruir la propiedad -la ajena, no la propia que aumenta y mucho-, cobrando impuestos extorsivos, creando organismos que esquilman a los productores, devaluando nuestra moneda con inflación y endeudamiento?Cristina no distingue que estos discursos de barricada pueden confundir a la muchachada que le aportan Moyano y D'Elía, que están ahí por el chori y el tinto. Pero no puede repetir esas tonterías frente a líderes europeos. Por respeto, no se lo dirán con estas palabras, pero se lo manifestarán con el silencio y el desinterés por invertir en un país administrado por gente sin seriedad ni preparación.
Ricardo López Göttig